Llevar al cine a un ícono es un arma de doble filo. Por un lado, las expectativas entre sus acólitos son altísimas, por otro, desarrollar un personaje sin los matices humanos corre el riesgo de caricaturizarlo.
Diego Luna sabía la trampa que podía ser César Chávez, su biopic sobre el líder de los trabajadores agrícolas y su lucha por dignificarlos. Sin importar los méritos cinematográficos, su versión de Chávez, para muchos latinos y demás estadounidenses que vean esta cinta, va a ser a través de este prisma.
Sobra decir que el trabajo de Luna es incompleto y su éxito a medias. Es imposible satisfacer a las partes, pero César Chávez tiene momentos destacables, aunque su narrativa es sumamente atropellada y el guión no permite desarrollar a los personajes, que a la postre son unidimensionales.
La excepción es Michael Peña que hace un solvente trabajo como Chávez, no solo mostrando su liderazgo y atrevimiento, pero también intenta —en algo— darle matices, como el padre ausente y conflictuado, y como un líder que debe controlar sus pasiones. Peña es el único que puede profundizar en su personaje, pero tampoco se percibe una evolución o algún cambio de actitud a lo largo del filme. El Chávez de la primera escena es el Chávez del final.
Como una presentación de quién era este líder sindical latino, el filme, sin embargo, tiene muchísimo mérito.
La narrativa se centra en la huelga de los trabajadores agrícolas en Delano, Calif., entre 1965 y principios de los 70, y el retrato de Luna es el de Chávez como un líder decidido y que estaba por encima del nivel del resto del liderazgo latino de la época.
Su huelga de hambre para comprometer a los suyos a la no violencia es de por sí admirable, y donde muchos se hubiesen dado por vencidos, Chávez encontraba la manera de tener éxito, pese a que tenía mucho en contra: el poder de los terratenientes californianos, los políticos y el racismo imperante.
Luna acierta en combinar su narrativa con material documental de la época, que contrasta plenamente con la fotografía con matices dorados de Enrique Chediak. Pero incluso al concentrar el filme en un lustro, Luna termina por querer decir mucho en poco tiempo.
America Ferrera, como Helen Chávez y Rosario Dawson como Dolores Huerta están completamente desperdiciadas. Simplemente están allí para mover la trama. Hay un intento por mostrar el lado machista de Chávez con su esposa, pero es bastante tenue. Por el lado de los terratenientes, John Malkovich interpreta a Bogdanovich, acaso el arquetipo del potentado de la época. Malkovich brilla en sus pocas escenas y le da un digno villano a la cinta.
Luna también evita algunas acciones polémicas de Chávez como su oposición al ingreso de indocumentados y su visita al dictador filipino Ferdinand Marcos en busca de apoyo para su huelga, pero está lejos de presentarlo como un redentor. Chávez era un líder sindical con mucha habilidad política, que conocía muy bien cómo usar a los medios y el filme logra plasmar eso.
CÉSAR CHÁVEZ
B
Director: Diego Luna
Elenco: Michael Peña, America Ferrera, Rosario Dawson, John Malkovich, Wes Bentley
Duración: 101 minutos
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